Los Alpes me reciben como sus gentes, amigables, simpáticos y responsables. Dejo Itália después de viajarla y vivirla durante seis meses y medio con ganas de cambio y sediento por conocer los paises de la ex-yugoslavia tan desconocidos para la mayoría, donde me incluyo. Un país pequeño donde se dió nombre al color verde me espera, no durante muchos días, pero es una buena introducción al mundo eslavo.
Dejando atrás la maravillosa Itália sureña donde huele a mandarinas, aceite de oliva y a cálidos buenos días; un mes y medio de caminar y acampar abrazado al Mar Mediterráneo, de Sicília a Santa Maria de Leuca; me sumerjo en las junglas de la ciudades imperiales italianas, dirección norte. De cómo acabé viviendo y trabajando cuatro meses en una ciudad única en el mundo como es Venecia, y como siguiendo un guiño del destino terminé de chófer con una familia adinerada de Milano en la isla de Sardeña y pude vivir como rico entre ricos.
Desde la isla italiana de Sicília emprendo de nuevo la ruta, ahora por primera vez en Europa, con el hormigueo en el vientre de iniciar una nueva relación con el mundo y conmigo mismo. Cuán diferente será viajar en el viejo continente respecto al África que de ella estoy todavía prendido? Cómo seré acogido por la individualidad de occidente? Así pasarán los días básicamente en la soledad del caminante por toda la isla y el entero sur costero de la peninsula que nos ha visto crecer.