/Europa/España 2013-2014
que habla de una decisión consciente
Noviembre 2013 - Abril 2014
Estuve esperando mi mochila por más de veinte minutos en la sala vacia del aeropuerto de Barcelona mientras miraba la cinta dar vueltas con los últimos equipajes restantes condenados a dormir en la habitación de objetos perdidos. Y lo que me temia, ocurrió. Imaginé mi compañera de viaje dando vueltas por el aeropuerto de Casablanca dónde habia hecho escala sin que nadie le prestara demasiada atención.
Si ella os contara...
Hace unas horas estaba en Ouagadougou, la capital de Burkina, a una temperatura de calzones cortos y manga corta cómo desde hacía muchos meses y llegaba a Barcelona en Noviembre con una diferencia de temperatura de pantalones largos, camiseta y jersei de entretiempo. Así que muy inteligentemente pensé que bien me podría cambiar los ropages en el aeropuerto a mi llegada, ya que en estos edificios impersonales en tierra de nadie llamados aeropuertos hace la misma temperatura agradable en todos.
Pués no pudo ser.
Recuerdo pocas cosas de la vuelta. No recuerdo haber parado unas horas en Marruecos, ni cuánto duró el vuelo, ni el coste del mismo, ni el tren de Barcelona a mi casa, ni como hice para proveerme de euros para comprar el billete.
Estaba en estado de choc desde hacia un par de días; lo de mi abuela, el hecho de regresar a casa, encima, sin haber informado a nadie de ello; regresar sin haber tenido el tiempo suficiente para que mi cabeza se diera debida cuenta. No fue una decisión premeditada, sino repentina.
Sólo recuerdo el trayecto del autobus lanzadera que te translada de una terminal a otra. Sentado sólo y observado por las personas que conmigo viajaban y que regresaban de vete tu a saber dónde y por que motivo, con mis calzones cortos que compré en un mercado en Guinea, una camiseta de segunda mano de Costa de Marfil -que la compré, a parte de porque la necesitaba, porqué provenía de algñun contenedor de España- y con unas chanclas "infradetto" (como dirían los italianos siempre tan precisos) que cualquiera que haya tenido la suerte de estar en África reconocerá a simple vista.
Sucio dentro de los estándares occidentales, y es que no te das cuenta que hueles a rayos y centellas hasta que pones los pies en el hall del aeropuerto y olfateas el mix de edores de perfumes, colonias, aftershaves y naftalinas de tus conciudadanos y los "duty-frees". Quemado por el perenne sol africano y con las vestiduras ya descritas llegué a Girona.
Recuerdo también en el tren que se me hizo muy extraño escuchar las músicas recogidas durante el viaje, todas ellas africanas, y que por primera vez no concordaban con el paisaje que me rodeaba, ni tampoco con la gente seria que me rodeaba, ni tampoco habia niños por doquier bailando; estas canciones dejaban de tener sentido por completo y pasaban a ser un catalizador de recuerdos.
En la estación de trenes me las apañé para llamar a una amiga, la única persona que sabía de mis intenciones, y me llevó con su moto hasta la casa de mis padres, que imaginé sentados en el sofá haciendo lo propio de un viernes al anochecer, y que nada sabian de la que se les avecinaba.
Pulsé para que sonara el timbre y la querida voz de mi madre sonó al otro lado del interfono, solté unas cuantas palabras y se abrió la puerta sin respuesta alguna, pensaria que se trataba de una broma o de alguna alucinación.
Y no podría describir la cara que puso cuando me vió sacar la cabeza abajo de la escalera, quedó más helada de lo que yo estaba, y al subir encontré a mi padre petrificado literalmente en medio del comedor, que se habia quedado a medias de dar el siguiente paso.
En fin, tampoco me quiero alargar; todo fueron momentos felices, aceitunas y "pa amb tomata amb pernil" con aceite de oliva en la cocina de toda una vida.
Que placer poder cagar felizmente sentado y limpiarse con papel supermegaabsorbente de triple capa extrasuave y olor a fragancias exóticas de Ceilán.
Y una ducha con agua bendita a temperatura al gusto del consumidor, champús, suavizantes, gel de baño, acondicionadores, cremas y una toalla mimosin.
Volver a calzar mi ropa de siempre, mirarse al espejo y no reconocerse, o mejor dicho, reconocer al viejo "yo" que habia dejado atrás y que sólo se le parecia por el look de siempre.
Que raro que era todo.
Mientras tanto mi abuela seguia durmiendo en su habitación de abajo.
El día terminó con más sorpresas y apariciones, eran las fiestas patronales, o sea, "barraques", donde te reencuentras con amigos y conocidos del facebook sólo durante estos días del año, aunqué por la mañana siguiente ya nadie se acuerde. Y allí me reencontré con muchas amistades que me miraban dos veces para cercionarse de que era yo en persona.
A la mañana siguiente me despierta mi mejor amigo, resulta que terminé durmiendo en su casa.
- Mmmmmm... Ha llamado tu padré....- me dijo. Y no sé si terminó la frase o si no hizo falta.
Mi abuela continua en su habitación de abajo, pero no se ha despertado.
Menudo día, o mejor dicho, menuda semana, desde que leí el correo en Bobo-Dioulasso en Burkina y decidí que volvia, hasta hoy.
Encima mi hermano seguía en Ghana (que no nos pudimos encontrar porqué me denegaron la visa, con la repatriación posterior a Costa de Marfil) y lo fuí a buscar a Barcelona a su llegada unos días más tarde.
Pura improvisación de hechos que a uno se le ponen delante sin previo aviso.
Fué la ginda del pastel de esa semana como pocas.
Pasó el funeral.
Más o menos todo el mundo se había enterado que estaba en casa, se terminaron las fiestas, las gentes volvieron a sus rutinas, ver a mis padres se transformó en una cosa normal, cada noche dormia en la misma cama, cagar ya no era más que una necesidad, mi mochila regresó de su periplo por Casablanca o donde fuera que habia ido, ...
Y venga contar histórias, una detrás de otra, la gente preguntaba y yo respondía y ya no podía parar de hablar del tema, de un lado me iba al otro y luego volvia, sacando conclusiones sobre la marcha, recordando momentos y personas enterradas por montones de experiencias, masticando de nuevo sensaciones vividas, pocos momentos malos, la gran mayoria buenos, o solo momentos y ya está.
Hablaba muy despacio, recuerdo, todavía oigo a mi madre decir: "Es como si midiera todas las palabras antes de decirlas".
Todo a mi alrededor iba demasiado deprisa!
De repente las manecillas del reloj volvian a girar imperturbables y la gente y las cosas y todo, les hacian caso.
Yo iba con mi tempo africano, que aunque su música sea ternária el ritmo de su espiritu es....africano. Y las cosas suceden cuando tienen que suceder y si no, no suceden. Y se habla despacio porqué se tiene tiempo, o mejor dicho, no se tiene prisa.
Me gusta, incluso encuentro necesario regresar a casa al cabo de cierto tiempo viajando porqué entiendes más cosas, lo vés con otra perspectiva, empiezas a entender lo que ya sabias pero no te habias dado cuenta, y todo se aparece contando las historias a terceras personas, porqué terminas con una conclusión de esa história y mientras viajas, esa história no tiene fin, y por tanto, no tiene conclusión.
No sé si me repito, pero por si a caso lo digo, puede que de nuevo.
Normalmente cuando uno viaja a un país extrangero tiende a comparar lo que vé, oye, degusta, huele y toca con lo que está acostumbrado a ver, oir, degustar, oler y tocar en su país de origen; con afán de agarrarse a algo para poder entender alguna cosa de la nueva cultura que lo acoge. Durante los primeros meses de pisar el continente negro así lo hice, como llevaba haciendo en los anteriores viajes.
Y que gran equivoco!
Supongo que fue este mismo afán de querer entender algo que pronto me advirtió que así lo único que conseguiria sería no entender nada de esta nueva realidad y una calvicie acelerada.
Y empecé a aprender a no juzgar.
Y empecé a entender la realidad.
Dejadme añadir también que uno de los vicios más dañinos que tenemos los occidentales y que ayudan a que los paises menos desarrollados no levanten cabeza (entre otras cosas) es esta perspectiva unidireccional, de que lo nuestro está bien y lo de los otros esta mal, o no tan bien.
Y así, de esta manera, vamos a estos paises con nuestras ONG -cargados de buenas intenciones-, con nuestros diplomaticos -estos con malas-, programas de desarrollo cultural y económico, etc. intentando ayudar desde nuestro punto de vista.
¿Y es que acaso África (ya que viene al caso) ha vivido la revolucion francesa? O es que fue conquistada por lo romanos o los griegos o los otomanos? Es que Cervantes, Robespierre o Dalí se inspiraron allí?
Pués entonces, ¿Por qué creemos que nosotros, que si que lo hemos mamado culturalmente, podemos imponer algo que es un sinsentido fuera de lugar?
¿Por qué en las escuelas africanas los libros de história poco cuentan de historia africana y mucho de la nuestra?
Lamentablemente los líderes africanos y los jovenes estudiantes universitarios se ven obligados a ir al exterior de su continente para poder progresar en sus carreras y, sorpresa!, allí les enseñaran nuestro punto de vista, y luego regresaran a sus paises para ser presidentes o maestros o economistas y traerán con ellos ideas y métodos, no equivocados, pero puede que inservibles en su mayor parte.
Del mismo modo que a un chino no le parece extraño trabajar mucho y ganar poco, para nosotros es una aberración, y este sistema no funcionaria en nuestro país, está fuera de lugar. Pués así deberia ser cuando es nuestro sistema el que es impuesto a otros.
Por esto y otras cosas semejantes es mejor no juzgar ni comparar cuando se visitan tierras extrañas, uno debe ponerse en su piel, vivir como ellos y respetar.
Creo.
En casa los días pasaban rápido y la verdad es que nunca tuve un regreso tan tranquilo y normal, refiriendome a mi estado mental, después de pasados los primeros días de choc causados por un regreso precipitado, me sentia normalmente.
Y me alegré de que así fuera, ya que creo que significa que realmente dejé de viajar, o mejor dicho, que viajé como se debe. Viviendo el presente, sin metas, ni destinos, ni programas. Y así continuó siendo durante los cinco meses que esuve en casa, podría decir, que estaba viajando todavía.
-"Y qué! Cuando te vuelves a ir?"- me preguntaban algunos, espero que sin mala intención.
-"De momento estoy aquí!"- contestaba yo haciéndome el interesante.
La verdad es que no sé exactamente si volví con la idea de continuar camino o si me vino la idea una vez ya en casa. El caso es que poco tardé a cambiar la respuesta y a responder: -"Quiero trabajar un poco antes, pasar las navidades en familia y tengo que hacer unas cosas (todavía no sé cuales eran) y más o menos en primavera creo que será una buena época para irme de nuevo"-
Donde?
Ni idea.
Lo que tenia claro es que no a África, volveré, espero, pero de momento no.
Así que empecé a barajar opciones, a soñar despierto (nunca lo he dejado de hacer); era momento de decidirse y cuando uno es libre de hacer e ir donde más le apetezca y siente tener el mundo en sus manos no es una decisión fácil.
Y el trabajo apareció sin avisar como todas las cosas buenas de esta vida. Una buena amistad de toda la vida, por suerte recuperada, me ofreció el puesto vacante.
Contrato de tres meses y Ciao! Aunque al final tambaleé un poco con nuevos y suculentos ofrecimientos.
Era perfecto! A mediados de Marzo termino el trabajo y con lo que haya conseguido ahorrar levantaré anclas.
Pero donde?
...
Ásia!
Mi romanticismo caballeresco y de libros de aventuras me echaba para atrás cuando pensaba en tomar un avión de larga distancia.
Bien, empieza la primavera, no seria mala idea cruzar el viejo continente por la costa mediterranea y disfrutar de ella durante la primavera y verano. De esta manera cuando empiece el Otoño puedo estar en Turquia, preparado para entrar en Ásia Central.
Pues allá vamos! Decidido.
Decidido?
No!
Empezaron las dudas, y los miedos atacaron de nuevo.
Ay! Pequeño saltamontes, que valiente que te crees! Y que ingenuo que eres en realidad! Se te van las fuerzas por la boca. Blablabla y en realidad no eres nadie. Demasiada teoria y filosofia barata.
Pero porqué?
Creia que esto ya lo habia ultrapasdo antes de irme para África! Que hay de diferente?
Creo que las personas más próximas a mi en esos días lo notarón enseguida este miedo y esta falta de confianza. Cuando decía a alguien que preguntaba que me iba de nuevo no me lo creia ni yo, no se veia convencimiento en ninguna parte y los ojos no brillaban como deberian haberlo hecho.
En fin.
El día se acerca.
Se terminó el contrato.
Me voy en quince días.
Pero no las tenia todas conmigo.
Esperaba una señal para echarme para atrás, y por el otro lado queria aguantar, esperar con paciencia, que hasta el momento es lo que más me habia resultado en momentos de indecisión desesperada.
La paciencia y la perseverancia simpre hacen madurar ricos frutos.
Encontré una excusa y brillante idea, todo encajaba, era perfecto!
Yo y mi mejor amigo iriamos a la isla de Sicilia a visitar una amiga en común que estaba allí, y luego continuaría dirección al norte de Italia, de nuevo solo.
La primera parte, la de estar en Sicilia con mi mejor amigo y una gran amiga, era perfecta, me moria de ganas; pero cuando pensaba en lo siguiente, en continuar solo...Buffff!!! No lo veo claro.
Una cosa es la hospitalidad africana y el poco dinero que se necesita, y la otra es viajar por Europa e intentar no gastar.
Se me planteaba ante mi un nuevo dilema.
Seré capaz de hacer lo que pensaba y predicaba?
Seré capaz de moverme haciendo autoestop y a pie, durmiendo en las calles y solo gastando lo mínimo para comer?
Este era el nuevo reto.
No sé porqué estas dudas con el autoestop, ya lo habia hecho en America del Sur y en África, pero se me antojaba diferente, más hostil.
Sobretodo el verdadero reto era el de dormir a la intempérie.
El caso, además, es que no me veia con mucha energia ni fuerzas para sacar lo mejor de mi y afrontar los malos momentos, superarlos y seguir adelante. Todo lo sucedido en África es demasiado reciente.
Me he precipitado?
Al pasar del tiempo, y ahora que lo veo en la distancia, diría que el motivo de tantas incertidumbres de nuevo fue el hecho de qué a diferencia de la decisión tomada para ir a África, que la tomé desde la euforia, esta vez la decisión era totalmente consciente.
No era la primera vez, no era novedad; ya habia cumplido un sueño.
Queria seguir cumpliendo otros y aceptar lo que esto conllevara?
Esta fue la raíz de la indecisión y el miedo.
Y el día llegó.
Volví a meter dentro de una mochila lo que pocos meses antes habia sacado, me despedí de la familia y amigos de nuevo y nos montemos en el avión, dirección a Sicilia, Sur de Italia.
Qué seria de mi sin la gente que me ayuda constantemente?
Nada sabía en ese momento de que estaba dejando atras la etapa infantil y entrando en la pubertad.