Oda a la arena, al polvo y al sol
25/11/2012
Hasta luego Seidú, a lo mejor nos vemos en tu casa de Bamako.
No llevo guías de viaje, en Mauritania no conozco nada, ni he leído nada, ni sé que se "debe" visitar, ni nada de nada.
Así que abro mi maquina de soñar que es mi mapa Michelin del Norte y Oeste de África y decido dirigirme hacia el este, adentrarme en el país y penetrar en el desierto del Sáhara para conocer sus gentes.
Hay un tren que lleva hasta allí, el tren mas largo del mundo, dicen.
Ya que la vía férrea cruza el desierto y en el desierto apenas hay accidentes geográficos es todo recto, kilómetros y kilómetros en linea recta.
Por eso la tremenda y enorme máquina de tren a gasoil puede arrastrar detrás de si a mas de 350 vagones, lo que hace un total de unos tres kilómetros de ruidosos y gigantescos vagones de hierro que transportan toneladas de mineral. Hierro de las minas de Zuerat a embarcar en Nouadibou.
- Y se puede viajar gratis. Me dice un hombre mauro.
- Ah si?! pregunto/exclamo yo.
- No es aconsejable pero,... solo tienes que subirte a un vagón cuando el tren se pare y ya esta.
A la tarde siguiente mientras espero al gigante a la sombra de una "gare" inservible y solitaria lo entiendo todo. Solo hay una vía, una vía y un tren que viene con todos los vagones cargados de hierro en polvo hacia el puerto de Nouadibou, y el mismo regresa vacío a la mina, en el desierto.
Hay un solo vagón para pasajeros, se tiene que pagar, pero se puede ir gratis en los vagones de carga. No es por el dinero, de hecho el precio es bajo, pero tengo ganas de probar que se siente al entrar en el desierto montado en un vagón, en una vagoneta gigante y dormir tendido en ella, mirando pasar las estrellas, y que el viento del desierto y el traqueteo del tren me den las buenas noches.
A las 13h estoy allí, rehúso de comprar el billete al guardián de la estación, el tren debe partir a las 14h o a las 15h, no hay nadie.
Espero.
Espero.
Ya somos mas esperando.
Son las 18h y se empieza a hacer de noche, ni rastro del tren. Estoy sentado en la arena con un grupo de hombres mauritanos.
Ojos mauritanos.
Hablando y tomando el té.
Uno me dice que tardará en llegar, primero debe pasar en sentido contrario para descargar tres kilómetros de vagones y luego regresar.
Estamos sentados justo al lado de las vías, no hay anden, ni nada, solo dos barras de hierro que se pierden en el infinito.
Estamos pues sentados detrás de muchas mercancías que deben subir a los vagones, a resguardo del viento helado del desierto, abrigadísimos, y todos, incluso yo, tapados con los turbantes. Solo los ojos y la nariz asoman al exterior.
Todos se levantan de golpe y se separan del fuego de carboncillos y la tetera que hay encima. Me dicen que me separe de las vías, que va a pasar el tren.
Y si, a lo lejísimos se intuyen unas luces relampagueantes.
Ellos han oído su llegada, yo aun no oigo nada.
Al rato, un superlativo montón de hierro, polvo y ruido pasa delante de nosotros pitando, durante mas de un minuto. Todos quietos, con los ojos y la boca cerrados.
Cuando ha pasado se vuelven a sentar y siguen con lo suyo.
Pero, es que no habéis visto esto! Joder!
Yo estoy alucinado por lo que acaba de pasar delante de mi. Ahora que lo veo no me parece tan romántica la cosa.
Son las 22h.
- Cuando llegue el tren tu cojeras esta linterna y iluminaras a los otros para que puedan subir las mercancías dentro del vagón antes de que arranque de nuevo.
Hay muchos bultos y muy pesados.
Se para el tren, son las 24h, empieza el ajetreo, antes de que arranque el tren (sin previo aviso) los sacos de arroz, las bombonas de gas, los sacos de ropa, los colchones, etc. deben estar cargados. Todos corren y los de abajo tiran las mercancías a los que están colgados y dentro del vagón. La visión reducida por el turbante y oír tu propia respiración excitada no ayuda a tranquilizar los nervios.
Me parece que el tren lleva mucho rato parado, por lo tanto intuyo que no puede tardar en arrancar; el vagón es muy grande y subir a el no parece tarea fácil.
Al final, nervioso, le doy la linterna a uno que esta por allí y subo como puedo, torpemente, dentro del gran vagón.
El tren parte en unos minutos largos.
Vamos allá!!
Espero.
Espero.
Ya somos mas esperando.
Son las 18h y se empieza a hacer de noche, ni rastro del tren. Estoy sentado en la arena con un grupo de hombres mauritanos.
Ojos mauritanos.
Hablando y tomando el té.
Uno me dice que tardará en llegar, primero debe pasar en sentido contrario para descargar tres kilómetros de vagones y luego regresar.
Estamos sentados justo al lado de las vías, no hay anden, ni nada, solo dos barras de hierro que se pierden en el infinito.
Estamos pues sentados detrás de muchas mercancías que deben subir a los vagones, a resguardo del viento helado del desierto, abrigadísimos, y todos, incluso yo, tapados con los turbantes. Solo los ojos y la nariz asoman al exterior.
Todos se levantan de golpe y se separan del fuego de carboncillos y la tetera que hay encima. Me dicen que me separe de las vías, que va a pasar el tren.
Y si, a lo lejísimos se intuyen unas luces relampagueantes.
Ellos han oído su llegada, yo aun no oigo nada.
Al rato, un superlativo montón de hierro, polvo y ruido pasa delante de nosotros pitando, durante mas de un minuto. Todos quietos, con los ojos y la boca cerrados.
Cuando ha pasado se vuelven a sentar y siguen con lo suyo.
Pero, es que no habéis visto esto! Joder!
Yo estoy alucinado por lo que acaba de pasar delante de mi. Ahora que lo veo no me parece tan romántica la cosa.
Son las 22h.
- Cuando llegue el tren tu cojeras esta linterna y iluminaras a los otros para que puedan subir las mercancías dentro del vagón antes de que arranque de nuevo.
Hay muchos bultos y muy pesados.
Se para el tren, son las 24h, empieza el ajetreo, antes de que arranque el tren (sin previo aviso) los sacos de arroz, las bombonas de gas, los sacos de ropa, los colchones, etc. deben estar cargados. Todos corren y los de abajo tiran las mercancías a los que están colgados y dentro del vagón. La visión reducida por el turbante y oír tu propia respiración excitada no ayuda a tranquilizar los nervios.
Me parece que el tren lleva mucho rato parado, por lo tanto intuyo que no puede tardar en arrancar; el vagón es muy grande y subir a el no parece tarea fácil.
Al final, nervioso, le doy la linterna a uno que esta por allí y subo como puedo, torpemente, dentro del gran vagón.
El tren parte en unos minutos largos.
Vamos allá!!
Se acomoda la mercancía a un lado y en el otro se despliegan unos sacos cosidos a modo de alfombra. Somos cinco, uno de ellos saca del macuto un montoncito de arena, carbón, cerillas, la tetera, el te, etc.
El agua hierve al mismo ritmo que el tren avanza, hasta que el ruido, la arena, el polvo y el viento helado nos obligan a taparnos completamente con mantas y sacos de dormir, hechos un ovillo, tumbados en un mega-vagón, lleno de mercancías y muchísimo residuo de hierro en polvo que te regalan un olor y un gusto constante y nada agradable a oxido durante el trayecto, que durara unas 12 horas y hasta que no laves la ropa, el saco, la mochila y a ti mismo.
No se puede dormir en absoluto y esto de admirar el bonito cielo del desierto es imposible. El frio es atroz, el oxido, el polvo, los golpes que da el tren y el duro suelo de hierro en el que estoy estirado no te dejan dormir mas que unos minutos.
Así que durante las paradas que hicimos en diferentes minas salíamos de nuestros escondrijos y seguíamos haciendo el té.
De repente todos se agachaban y me hacen agachar de un grito.
El tren arranca! y de que manera.
Imaginaros como; Dos kilómetros mas adelante la gran maquina arranca dando un golpe sin amortiguar en el gran enganche de hierro del gran vagón de hierro que le sigue, y así un vagón tras otro va arrancando, multiplicando el efecto del golpe, la inercia que coge todo el conjunto cada vez es mayor. Cuando oyes acercarse el ruido característico mejor que te pille sentado y los músculos tensos, sino tu culo va a probar la dureza del suelo del vagón.
Llegamos a Shoum al mediodía. Aunque fuera de día no podía salir del saco.
Estoy hecho polvo, literalmente hablando, sucio, con arena en los ojos y en cada resquicio de mi cuerpo, con las comisuras de los labios llenas de oxido y la boca seca y repleta de arena. Pero realmente es una experiencia irrepetible, salvaje, gratificante.
Te hace sentir como Indiana Jones en la ultima cruzada. En el desierto del Sahara, tapado con un turbante, dentro de un vagón de tren de la mina y compartiendo tés con mauritanos que hacen esto todos los días.
Paso unos días en Atar, en la zona del Adrar, en el desierto, llena de cañones, oasis con laguitos de agua dulce y palmeras, etc. Resulto ser un destino turístico para hacer rutas con camellos, todos estos tours son caros para mi bolsillo, así que queda pendiente volver aquí mas adelante.
Viajar por Mauritania resulta ser muy caro, mas de lo que esperaba.
El país es prácticamente todo arena, así que todos los productos de consumo diarios salvo un poco de carne y pescado son importados. No existe industria ni nada que produzca algo excepto algunas minas de hierro y oro.
Después de estos días tranquilos y solo, me voy para Nouackchott, la capital, donde pasare unos días en casa de Aziz, viviendo la vida de los jóvenes de la capital y aprovechar para ponerme enfermo unos días, con mucha fiebre y problemas desagradables de estomago.
Nouackchott no tiene nada turístico que ver, como mucho el puerto donde llega todo el pescado y cada tarde se forma una algarabía de mucho cuidado.
Me gusta pasearme por la playa, hablando con la gente, mirando el pescado y observar la puesta de sol antes de irme para casa.
Es una ciudad un poco mas grande que Nouadibou, mejor dicho, Nouadibou parece un pueblo que ha crecido y Nouackchott tiene mas forma de ciudad. A pesar de ser la capital uno no tiene la sensación de estar en una gran ciudad donde se cuece todo.
Esta capital tiene un problema grave, esta construida sobre la arena, al lado del Océano y es una ciudad muy pesada. Se hunde. Las casas y edificios están construidos con bloques de arena compactada con cemento, grandes y muy pesados, no existen los ladrillos de tierra cocida que usamos nosotros, el resultado es que muchos barrios de la periferia quedan por debajo del nivel del mar y dependiendo de la temporada y de las mareas se inundan. No se si lo están solucionando.
Mi estancia en Nouackchott se prolonga mas de lo debido por mi estado de salud y por algunas entrevistas de trabajo. Y es que en Mauritania hay mucho por hacer, mucho trabajo, muchos proyectos a realizar y poca gente formada y con recursos para empezar. Así que me encuentro con algún español y muchos chinos que aprovechan para abrir mercado. Algunos trabajos que se me presentan son francamente suculentos, con mejores condiciones que en casa. Así que voy a las entrevistas con los jefes mas que nada por curiosidad, pero de momento quiero seguir el camino. Mas adelante, quien sabe?
Acepto un trabajo de un día, de cocinero para unos diplomáticos de la embajada alemana que quieren hacer una excursión en camellos por el desierto, comer comida mauritana y pasar la noche en una "khaima". El día anterior tengo que anular el empleo ya que aun me siento enfermo. Estas cosas son propias del viajar, uno nunca sabe con que le sorprenderá el día siguiente.
Cuando me siento recuperado decido partir. Quiero aprovechar los días que me quedan del visado antes de que expire y dirigirme hacia el este, frontera con Mali. El mismo día en que quiero me entero de que hace tres o cuatro días que secuestraron y mataron a un hombre francés, por culpa del cáncer social que esta padeciendo Mali. La zona esta especialmente caliente estos días, decido dejar Mauritania e irme hacia Senegal.
Conozco a unos chicos franceses que se dirigen hacia allí con su coche, para venderlo, y me invitan a ir con ellos, cosa que me parece estupenda y acepto.
Existen dos maneras de entrar en Senegal desde la capital maura, una es por la frontera principal, en Rosso, siempre mas concurrida por lo tanto incómoda y con mas situaciones de confusión aprovechadas por los cambistas, vendedores de alfombras voladoras y de fórmulas crece-pelo. La otra opción es pasar por Diama, es una pista sin asfaltar, el trayecto es mas largo y pesado, pero mas hermoso y tranquilo. Donde se cruza un parque natural, con agua dulce! y animales! y arboles verdes!
Doy saltos en el asiento de atrás del Renault 21, cuanto hacía que no veía un paisaje semejante! Meses, pero se me antoja una eternidad.
Así que de esta guisa dejo atrás el desierto y entro en el Sahel senegales. Dejo la cultura árabe colonizadora para conocer culturas colonizadas.
Adiós África blanca.
Hola África negra.
Cuando me siento recuperado decido partir. Quiero aprovechar los días que me quedan del visado antes de que expire y dirigirme hacia el este, frontera con Mali. El mismo día en que quiero me entero de que hace tres o cuatro días que secuestraron y mataron a un hombre francés, por culpa del cáncer social que esta padeciendo Mali. La zona esta especialmente caliente estos días, decido dejar Mauritania e irme hacia Senegal.
Conozco a unos chicos franceses que se dirigen hacia allí con su coche, para venderlo, y me invitan a ir con ellos, cosa que me parece estupenda y acepto.
Existen dos maneras de entrar en Senegal desde la capital maura, una es por la frontera principal, en Rosso, siempre mas concurrida por lo tanto incómoda y con mas situaciones de confusión aprovechadas por los cambistas, vendedores de alfombras voladoras y de fórmulas crece-pelo. La otra opción es pasar por Diama, es una pista sin asfaltar, el trayecto es mas largo y pesado, pero mas hermoso y tranquilo. Donde se cruza un parque natural, con agua dulce! y animales! y arboles verdes!
Doy saltos en el asiento de atrás del Renault 21, cuanto hacía que no veía un paisaje semejante! Meses, pero se me antoja una eternidad.
Así que de esta guisa dejo atrás el desierto y entro en el Sahel senegales. Dejo la cultura árabe colonizadora para conocer culturas colonizadas.
Adiós África blanca.
Hola África negra.