Karriá y las islas de los Kamabe
10/07/2013
Me marcho de Varela sin ganas de irme, con ánimos de volver y paso unos días en Sao Domingos donde me alojo en la sede de una ONG portuguesa que hace un gran trabajo por toda la región.
Después de la fiesta del 11 de Mayo dedicada a Bob Marley, celebrada en la mayoría de países del África occidental, salgo rumbo a Bissau, capital de este pequeño país, donde Ilda y Rodolfo me abren amablemente las puertas de su casa como si de un pariente echado de menos se tratara. Ella es Mansonka (étnia cristiana), y él, Papel (cristiano también).
Qué decir de Bissau, más que una ciudad parece que sean muchas aldeas juntas dónde sólo alguna arteria principal tiene asfalto, el resto son pistas solo aptas para 4x4 y coches africanos.
Una ciudad con cuatro edificios contados y el resto son casas "africanas", donde la urbanización se ha dejado en manos del destino.
Parece que las casas hayan caído del cielo, unas puertas miran al norte, otras al oeste, si el destino ha dejado un espacio entre las casas y patios por donde puede pasar una persona se convierte en un pasaje; si el espacio es para una moto o dos personas, una callejuela; y si el espacio es de la anchura de un coche, entonces se le llama calle.
Sólo hay una avenida, la principal, donde se celebran las ruas del famoso carnaval pseudo-brasileño, con un bonito desfile donde cada etnia (unas 30) de cada región muestra sus danzas y vestimentas tradicionales. El proyecto de esta nueva avenida presentado a la Unión Europea para ser financiada contaba con cuatro carriles por sentido, en verdad, cuando el gobierno sacalatas recibió el dinero decidieron que los cuatro carriles eran demasiados, así como las aceras y la iluminación pública, y la cosa a quedado en dos carriles y una mediana en el centro donde se arremolinan las vendedoras (mujeres, niñas y niños) aprovechando los terroríficos atascos diarios para mostrarte su surtido de bollos, agua, productos chinos, carne y un largo y curioso etcétera de mercancía barata. El resto del dinero sobrante....bueno....esto es ya otra historia.
La corriente eléctrica es escasa, con suerte puede que llegue un día de cada cinco y a unas horas que tampoco haría falta, por ejemplo, de medianoche a seis de la mañana. De noche, cuando estás sentado en el patio de casa soportando la bochornosa falta de brisa y llega la luz, es fácil darse cuenta, la noche tranquila y oscura se ve interrumpida por miles de gritos y aplausos que llegan de cada barrio de la ciudad, los niños y mujeres empiezan a gritar Lus vin, lus vin!! y te quedas sólo al instante, todo el mundo deja de hacer lo que estaba haciendo, en general, nada, y corre hacia adentro la casa a prender luces, cargar los teléfonos y encender la preciada televisión para poner algún filme de serie D japonés, subtitulado al checheno.
Te das cuenta entonces de estas pequeñas/grandes cosas que uno tiene en su casa y no le prestas la mínima atención, como puede ser el agua corriente o la corriente eléctrica.
Y porqué no hay corriente? Pues la electricidad, como en todos los países visitados hasta la fecha excepto Marruecos, esta producida por grandes generadores, a base de cantidades ingentes de carísimo gasoil. Una barbaridad!
Este gasoil, que seguramente es derivado del petróleo de sus propios países pero refinado por otros a falta de medios y escrúpulos, y a la vez, financiado por Europa, es robado por los responsables y ministros en cuestión y revendido a litros en el mercado negro. Lo que hace que el gasoil llegue mermado a la central eléctrica y se tenga que esperar al siguiente envío cuando este se ha acabado.
Días tranquilos en esta ciudad que cada día que va pasando la encuentras más acogedora, con alguna fiesta memorable (deporte nacional por excelencia). Aunque los primeros días he de confesar que tenia miedo de ir sólo, sobretodo de día.
Debido a la amenaza y aparición del Tio Sam para prender al Jefe de Estado Mayor y sus secuaces involucrados en el tráfico internacional de drogas ilegales, los militares padecen de una psicosis tremenda y todo blanco solitario no perteneciente a alguna ONG o organismo internacional (básicamente el sustento del país) puede ser interpelado, arrestado o alguna cosa peor.
Os voy a esbozar como los americanos arrestaron o mejor dicho, secuestraron, al anterior Jefe de las fuerzas armadas, el antecesor del actual perseguido, digno de una peli muda de Chaplin.
Un día entre los días aparece en escena un blanco dignamente vestido que quiere montar una gran empresa en el país. Se cita con ministros y altos cargos militares, entre ellos el protagonista idiota, cerrando un lucrativo trato entre ellos. El blanco regresa a su país con intención de regresar al poco tiempo y ultimar detalles. Regresa con un bonito y costoso yate, anclado en las hermosas islas Bijagos, al límite con aguas internacionales.
Llama a dicho protagonista idiota para mantener una reunión extraoficial y repartir dividendos. Sólo una condición. -Ven sólo.
El protagonista idiota que no debe haber visto demasiadas pelis yanquis coje un bote de la armada y se dirige la misma noche al yate llamado Fortune con el símbolo del dólar haciéndole chiribitas en las pupilas. Dentro del barco anclado se encuentra una gran mesa servida con ricos manjares y brebajes para el regocijo del general. Comen y beben hasta saciar. Es la hora del cava, el rico empresario sirve las copas y se levantan para brindar cerrando el trato. El blanco levanta la copa y lleno de orgullo dice: - Queda usted detenido! Y se arrancan los motores rumbo USA, donde el pobre infeliz sigue entre rejas.
Al ver esta comedia es normal que políticos y militares analfabetos padezcan crisis nerviosas cuando ven a un blanco husmeando por ahí.
Después de estos primeros días donde recibí algún que otro insulto y comentario ofensivo por parte de algún militar o policía flipado empecé a moverme tranquilo por la capital, sin más problemas, visitando cada día a diferentes amigos y amigas, viviendo como si me encontrara en mi propia casa. Así pasó casi sin darme cuenta un mes y medio, y decidí que el mes y pico que me quedaba de visado lo emplearía para visitar el archipiélago de Bijagos y sus gentes que de tanto había oído hablar, con una mezcla de miedo y admiración por parte de sus compatriotas de tierra firme.
Estas gentes son los Bujugús, una etnia muy cerrada que al ser endémica de las islas no se encuentra con facilidad en el resto del país, son muy reservados a lo que se refiere a su cultura y tradiciones, con muchos secretos y magia que sólo ellos conocen y guardan con recelo. Ni siquiera el resto de giennenses sabe ni la mitad de sus rasgos culturales, como me daría cuenta al volver de allí un mes más tarde.
Me marcho de Varela sin ganas de irme, con ánimos de volver y paso unos días en Sao Domingos donde me alojo en la sede de una ONG portuguesa que hace un gran trabajo por toda la región.
Después de la fiesta del 11 de Mayo dedicada a Bob Marley, celebrada en la mayoría de países del África occidental, salgo rumbo a Bissau, capital de este pequeño país, donde Ilda y Rodolfo me abren amablemente las puertas de su casa como si de un pariente echado de menos se tratara. Ella es Mansonka (étnia cristiana), y él, Papel (cristiano también).
Qué decir de Bissau, más que una ciudad parece que sean muchas aldeas juntas dónde sólo alguna arteria principal tiene asfalto, el resto son pistas solo aptas para 4x4 y coches africanos.
Una ciudad con cuatro edificios contados y el resto son casas "africanas", donde la urbanización se ha dejado en manos del destino.
Parece que las casas hayan caído del cielo, unas puertas miran al norte, otras al oeste, si el destino ha dejado un espacio entre las casas y patios por donde puede pasar una persona se convierte en un pasaje; si el espacio es para una moto o dos personas, una callejuela; y si el espacio es de la anchura de un coche, entonces se le llama calle.
Sólo hay una avenida, la principal, donde se celebran las ruas del famoso carnaval pseudo-brasileño, con un bonito desfile donde cada etnia (unas 30) de cada región muestra sus danzas y vestimentas tradicionales. El proyecto de esta nueva avenida presentado a la Unión Europea para ser financiada contaba con cuatro carriles por sentido, en verdad, cuando el gobierno sacalatas recibió el dinero decidieron que los cuatro carriles eran demasiados, así como las aceras y la iluminación pública, y la cosa a quedado en dos carriles y una mediana en el centro donde se arremolinan las vendedoras (mujeres, niñas y niños) aprovechando los terroríficos atascos diarios para mostrarte su surtido de bollos, agua, productos chinos, carne y un largo y curioso etcétera de mercancía barata. El resto del dinero sobrante....bueno....esto es ya otra historia.
La corriente eléctrica es escasa, con suerte puede que llegue un día de cada cinco y a unas horas que tampoco haría falta, por ejemplo, de medianoche a seis de la mañana. De noche, cuando estás sentado en el patio de casa soportando la bochornosa falta de brisa y llega la luz, es fácil darse cuenta, la noche tranquila y oscura se ve interrumpida por miles de gritos y aplausos que llegan de cada barrio de la ciudad, los niños y mujeres empiezan a gritar Lus vin, lus vin!! y te quedas sólo al instante, todo el mundo deja de hacer lo que estaba haciendo, en general, nada, y corre hacia adentro la casa a prender luces, cargar los teléfonos y encender la preciada televisión para poner algún filme de serie D japonés, subtitulado al checheno.
Te das cuenta entonces de estas pequeñas/grandes cosas que uno tiene en su casa y no le prestas la mínima atención, como puede ser el agua corriente o la corriente eléctrica.
Y porqué no hay corriente? Pues la electricidad, como en todos los países visitados hasta la fecha excepto Marruecos, esta producida por grandes generadores, a base de cantidades ingentes de carísimo gasoil. Una barbaridad!
Este gasoil, que seguramente es derivado del petróleo de sus propios países pero refinado por otros a falta de medios y escrúpulos, y a la vez, financiado por Europa, es robado por los responsables y ministros en cuestión y revendido a litros en el mercado negro. Lo que hace que el gasoil llegue mermado a la central eléctrica y se tenga que esperar al siguiente envío cuando este se ha acabado.
Días tranquilos en esta ciudad que cada día que va pasando la encuentras más acogedora, con alguna fiesta memorable (deporte nacional por excelencia). Aunque los primeros días he de confesar que tenia miedo de ir sólo, sobretodo de día.
Debido a la amenaza y aparición del Tio Sam para prender al Jefe de Estado Mayor y sus secuaces involucrados en el tráfico internacional de drogas ilegales, los militares padecen de una psicosis tremenda y todo blanco solitario no perteneciente a alguna ONG o organismo internacional (básicamente el sustento del país) puede ser interpelado, arrestado o alguna cosa peor.
Os voy a esbozar como los americanos arrestaron o mejor dicho, secuestraron, al anterior Jefe de las fuerzas armadas, el antecesor del actual perseguido, digno de una peli muda de Chaplin.
Un día entre los días aparece en escena un blanco dignamente vestido que quiere montar una gran empresa en el país. Se cita con ministros y altos cargos militares, entre ellos el protagonista idiota, cerrando un lucrativo trato entre ellos. El blanco regresa a su país con intención de regresar al poco tiempo y ultimar detalles. Regresa con un bonito y costoso yate, anclado en las hermosas islas Bijagos, al límite con aguas internacionales.
Llama a dicho protagonista idiota para mantener una reunión extraoficial y repartir dividendos. Sólo una condición. -Ven sólo.
El protagonista idiota que no debe haber visto demasiadas pelis yanquis coje un bote de la armada y se dirige la misma noche al yate llamado Fortune con el símbolo del dólar haciéndole chiribitas en las pupilas. Dentro del barco anclado se encuentra una gran mesa servida con ricos manjares y brebajes para el regocijo del general. Comen y beben hasta saciar. Es la hora del cava, el rico empresario sirve las copas y se levantan para brindar cerrando el trato. El blanco levanta la copa y lleno de orgullo dice: - Queda usted detenido! Y se arrancan los motores rumbo USA, donde el pobre infeliz sigue entre rejas.
Al ver esta comedia es normal que políticos y militares analfabetos padezcan crisis nerviosas cuando ven a un blanco husmeando por ahí.
Después de estos primeros días donde recibí algún que otro insulto y comentario ofensivo por parte de algún militar o policía flipado empecé a moverme tranquilo por la capital, sin más problemas, visitando cada día a diferentes amigos y amigas, viviendo como si me encontrara en mi propia casa. Así pasó casi sin darme cuenta un mes y medio, y decidí que el mes y pico que me quedaba de visado lo emplearía para visitar el archipiélago de Bijagos y sus gentes que de tanto había oído hablar, con una mezcla de miedo y admiración por parte de sus compatriotas de tierra firme.
Estas gentes son los Bujugús, una etnia muy cerrada que al ser endémica de las islas no se encuentra con facilidad en el resto del país, son muy reservados a lo que se refiere a su cultura y tradiciones, con muchos secretos y magia que sólo ellos conocen y guardan con recelo. Ni siquiera el resto de giennenses sabe ni la mitad de sus rasgos culturales, como me daría cuenta al volver de allí un mes más tarde.
No sin trabajo encontré una barca sobrecargada de bultos y personas que partía al día siguiente a Bubaque, la isla principal de las 45 existentes.
Antes circulaba un barco que iba a las islas, pero este se averió, la Unión Europea pagó la reparación, pero nadie sabe donde está este dinero y el barco continua anclado en el puerto. Con las barcas tradicionales de madera, para entendernos, la típica patera o cayuco, siempre acontecen accidentes en alta mar, el último, hace pocos días, murieron en él sesenta personas.
Después de siete horribles pero entretenidas horas de navegación monótona llego a Bubaque de noche y me pongo a buscar la casa donde un amigo de Bissau tiene una habitación alquilada que me deja el tiempo que haga falta.
La buena estrella está conmigo y a la mañana siguiente cuando salgo de la habitación me encuentro en el patio a Pepá, un chico Bujugú. Me impresionó mucho conocerlo, iba vestido con unos pantalones "bombachos" de tela fina y de alegres colores, con los pies descalzos y curtidos, un gorro parecido al de papa noel a conjunto con los pantalones y con el torso desnudo, mostrando las escarificaciones y llagas que lleva en el pecho, grabadas a cuchillo, con un bonito diseño formando lineas y cenefas varias.
A su lado apoyado en la pared un palo, en cuya parte superior estaba esculpido a mano una cara, de hecho, una máscara africana, como iría aprendiendo de a poco, su tótem, su doble Yo. Antes de empezar a comer y/o beber le escupía un poquito primero a él (a la máscara esculpida), hablándole en susurros y de espaldas al resto, pidiéndole consejos, o perdón.
En el suelo, a su lado, había una especie de zurrón de mimbre, hecho con sus manos, tapado con un rudimentario pero efectivo sistema de lianas trenzadas.
El nombre Pepá no es su nombre real, es el nombre que le pusieron durante la ceremonia del "Fanadu" de la cual acababa de salir hacía un mes.
Para los Bujugús, como para la mayoría de etnias africanas que guardan sus ritos y tradiciones, para dejar de ser un niño y pasar a ser un hombre, es imprescindible hacer dicha ceremonia. En el caso de los Bujugús los chicos (sin edad específica, pueden tener 5 o 60 años, y también lo pueden o deben hacer las chicas, pero separadas) deben entrar en el espeso bosque o "mato" donde permanecerán dentro tres meses, sin salir y sin contacto externo, solo con algún viejo encargado de educarlos y enseñarles la magia y secretos propios de su condición.
"No es nada fácil, es muy duro, puedes incluso morir a causa de la magia! Cuando yo estuve allí se murió un amigo, los espíritus se enfadaron con él."
Cuando han superado las duras pruebas en el bosque y adquirido lo necesario para vivir y comportarse como un hombre de bien salen bajo el nombre de Kamabe, durante los más o menos tres meses siguientes deberán continuar la ceremonia, pero esta vez, en sociedad.
Antes circulaba un barco que iba a las islas, pero este se averió, la Unión Europea pagó la reparación, pero nadie sabe donde está este dinero y el barco continua anclado en el puerto. Con las barcas tradicionales de madera, para entendernos, la típica patera o cayuco, siempre acontecen accidentes en alta mar, el último, hace pocos días, murieron en él sesenta personas.
Después de siete horribles pero entretenidas horas de navegación monótona llego a Bubaque de noche y me pongo a buscar la casa donde un amigo de Bissau tiene una habitación alquilada que me deja el tiempo que haga falta.
La buena estrella está conmigo y a la mañana siguiente cuando salgo de la habitación me encuentro en el patio a Pepá, un chico Bujugú. Me impresionó mucho conocerlo, iba vestido con unos pantalones "bombachos" de tela fina y de alegres colores, con los pies descalzos y curtidos, un gorro parecido al de papa noel a conjunto con los pantalones y con el torso desnudo, mostrando las escarificaciones y llagas que lleva en el pecho, grabadas a cuchillo, con un bonito diseño formando lineas y cenefas varias.
A su lado apoyado en la pared un palo, en cuya parte superior estaba esculpido a mano una cara, de hecho, una máscara africana, como iría aprendiendo de a poco, su tótem, su doble Yo. Antes de empezar a comer y/o beber le escupía un poquito primero a él (a la máscara esculpida), hablándole en susurros y de espaldas al resto, pidiéndole consejos, o perdón.
En el suelo, a su lado, había una especie de zurrón de mimbre, hecho con sus manos, tapado con un rudimentario pero efectivo sistema de lianas trenzadas.
El nombre Pepá no es su nombre real, es el nombre que le pusieron durante la ceremonia del "Fanadu" de la cual acababa de salir hacía un mes.
Para los Bujugús, como para la mayoría de etnias africanas que guardan sus ritos y tradiciones, para dejar de ser un niño y pasar a ser un hombre, es imprescindible hacer dicha ceremonia. En el caso de los Bujugús los chicos (sin edad específica, pueden tener 5 o 60 años, y también lo pueden o deben hacer las chicas, pero separadas) deben entrar en el espeso bosque o "mato" donde permanecerán dentro tres meses, sin salir y sin contacto externo, solo con algún viejo encargado de educarlos y enseñarles la magia y secretos propios de su condición.
"No es nada fácil, es muy duro, puedes incluso morir a causa de la magia! Cuando yo estuve allí se murió un amigo, los espíritus se enfadaron con él."
Cuando han superado las duras pruebas en el bosque y adquirido lo necesario para vivir y comportarse como un hombre de bien salen bajo el nombre de Kamabe, durante los más o menos tres meses siguientes deberán continuar la ceremonia, pero esta vez, en sociedad.
Estuvimos desayunando juntos, charlando animadamente. Pepá me explicaba estas y otras muchas cosas, y yo también le contaba que nosotros somos considerados adultos invariablemente a los 18 años, nuestra magia es sacarse el carnet de conducir, poder ir a prisión, tener el gran honor de votar, y otra clase de ritos mágicos, al menos, desde su punto de vista.
Enseguida hicimos amistad y durante el mes y medio siguiente no nos separaríamos demasiado.
Me presentó a sus otros amigos, que como él, también eran Kamabes, estaban, Uramiá, Uringá, Iramiá y el que actuaba como supervisor, otro Iramiá. Después de conocernos compartiendo unos litros de vinho de cadjú tomaron la deliberación, se acercó el cabecilla del grupo y solemnemente me dijo que me aceptaban en su grupo!!!!!!
Eso si, me hicieron hacer el juramento que algunas cosas de las que vería de ahora en adelante, y si ellos me lo indicaban, no lo podría explicar jamás a nadie, muchas de las cosas aprendidas se deberían quedar en la isla. Si rompo el juramento seguramente moriré misteriosamente.
Los Kamabe son llamados los hombres sin destino, cada día cuando sale el sol se levantan de donde estén, deben dormir en el suelo, no pueden hacer planes, deben dejar sus trabajos, mujeres e hijos, el supervisor es el que decide la dirección a tomar, y se echan a andar, descalzos, con sus brazaletes, palo, macuto, gorro, etc., lo que acontecerá...nadie lo sabe.
Por la mañana nos encontrábamos, más por casualidad que por conveniencia, y andábamos.
Los pequeños al vernos se echan a llorar aterrorizados.
Los Kamabe son considerados hombres santos hasta que no terminen la ceremonia y deben cumplir una serie de normas y preceptos. Al pasar, mucha gente les llama para que nos acerquemos a sus casas, allí les harán bailar y cantar, a cambio se les dará de beber vinho (no pueden beber agua) y comida (debido a que no trabajan ni pueden disponer de dinero solamente pueden comer aceptando lo que les dan las gente en sus casas). Las canciones que cantan cada uno de ellos son divertidas, y las han compuesto ellos mismos en el bosque, donde hablan de su pasado como niños, de sus antepasados, sus penas y alegrías. Como os podéis imaginar antes del medio día habíamos ingerido gran cantidad de vinho y cada minuto que pasaba nos reíamos más y más, de casa en casa, de aldea en aldea.
Cuando caía la noche, ya fuera en medio de la selva, en las playas o donde sea, nos echábamos a dormir y comíamos lo que cazábamos con el mismo cielo de testigo.
Ellos me enseñaron a descifrar los cantos de los animales que viven en la selva, saber que si este pájaro canta de esta manera es porqué en las cercanías hay una serpiente venenosa, o que este olor es de tal insecto cuya picadura no es recomendable, a cazar iguanas y cocinarlas, monos, ratas, camaleones.
Supervivencia.
O incluso diría más, más que sobrevivir, a mi me parecía que eso era realmente vivir.
En estos momentos que he pasado son los momentos en que me he sentido más vivo en mi vida.
Los Kamabe también son llamados a diferentes aldeas e islas diferentes para asistir a diferentes ceremonias en su condición de hombres sagrados.
Y allí también estaba yo.
Se me puso el nombre de Karriá, nombre que significa, el que sirve a los Kamabe, nombre propio que se da en la primera de las tres ceremonias que se debe pasar antes de ser Kamabe.
Andábamos dos días por la selva, sin nada más que nosotros mismos, cruzábamos islas enteras a pie atravesando sus frondosas selvas llenas de vida, y llegábamos a alguna aldea olvidada donde se nos había convocado para asistir a unas ceremonias que duraban varios días. Al llegar nos presentábamos a los ancianos de la aldea y a los hombres de poder, allí se debatía si el branco mpelelé, o sea, yo, podía asistir y quedarme con ellos.
Siempre fui aceptado, eso si, después de largas y tranquilas charlas regadas con vinho o té me hacían repetir el juramento de no explicar parte de las cosas que viera o escuchara.
Ay dios!!!
Y vi, oí y aprendí cosas tan fascinantes como horribles, en todo caso hermosas.
Participé y asistí en ceremonias que nunca antes han sido grabadas, ni contadas y poco estudiadas, ..., un espectáculo, emocionante, terrible.
Que felicidad tan grande!
Que hermosa que es la vida cuando sientes que la estas aprovechando!
Cuanto lloré en las cálidas noches en las islas, con esos cielos despejados, en alguna aldea remota, con la única luz de la hoguera central donde las mujeres danzan en circulo tocando tambores y cantando hermosas tonadillas al unísono. Con la única preocupación de agradar a los antepasados, festejar que estamos vivos, y dar gracias a los que nos trajeron a la vida.
Caíamos dormidos en alguna parte, pero el festejo seguía, cuando nos levantábamos, seguían algunas mujeres cantando y tocando, vestidas con minifaldas hechas de fibra del cocotero y con el torso desnudo, tocadas con bonitas trenzas, brazaletes, collares, sonajeros, etc.
Así pasó poco más de un mes, tranquilos, sentados en algún lugar imprevisto, hablando de la vida, de magia, de espíritus buenos y malos, aprendiendo infinidad de cosas y trucos para tener una vida más llevadera, sintiendo que no sabía nada de lo que es la vida. Que aunque muchos se rían de la magia o de aspectos religiosos o espirituales no nos percatamos que nosotros vivimos en un gran truco de birlibirloque, eso si, tecnológicamente más avanzado.
Los días pasaban deprisa y el visado de tres meses estaba llegando a su fin, así que cada día debatía conmigo mismo el próximo paso a dar, volver a abrir el mapa y decidir la dirección a tomar para salir del país.
Una parte de mi no quería seguir, quería quedarse un tiempo más allí, pero la experiencia me decía que debía continuar.
Me decía, que como en otros muchos lugares después del disfrute y la alegría que parece no tener fin, llegarán los momentos bajos, de pensamientos confusos, fantasmas que te ponen grilletes mientras sueñas y que compartiendo el día a día con todos tarde o temprano empezarían los malentendidos y situaciones un tanto desagradables creadas por la confianza.
Y cada día me bajo al puerto a preguntar por doquier si alguien sabe cuando saldrá el próximo cayuco a tierra firme. Acción que puede parecer fácil, pero que en el continente donde el tiempo no se mide con horas, minutos ni segundos no es tarea insignificante.
Después de perder la primera embarcación que zarpaba y quedarme otros cuatro días más esperando a la siguiente por fin puse los pies en tierra continental otra vez, de nuevo en Bissau.
Volver a la que consideraba mi casa pasado un mes de estar en las islas fue como despertar de un lindo sueño pero de la manera que uno se despierta después de una pesadilla.
Las islas de los Bujugús son un mundo aparte dentro de este país.
Volví a la casa con mis anfitriones que me estaban esperando y estuve la siguiente semana haciendo el visado para el próximo país, de fiesta de despedida, un entierro Balanta, una boda Pepeshe y un aniversario y tomé dirección Este cruzando el pequeño país y entrando en las regiones orientales donde predominan los Peuls, musulmanes, y donde empieza el mes de Kharem (Ramadán).
Últimos días dentro de este país con una gente que enamora, 100% recomendable, donde el soñador con paciencia y respeto encontrará todo lo que se desea encontrar cuando se pronuncia la palabra Africa.
Salgo de Guinea Bissau cuando se cumplen nueve meses de esta aventura africana. Especialmente durante estos tres últimos meses aquí he tenido que superar las pruebas más duras, y no me refiero a situaciones peligrosas o arriesgadas, sino que trata de subir un escalón, otro más, que me ha parecido más alto de lo normal y en donde he divisado desde lejos la delgada línea que nos separa de la locura.
Hubieron días de luchas encarnizadas conmigo mismo, entre mi yo pasado, el presente y el futuro. Por suerte ganó mi yo presente pero mucho me temo que reemprenderemos la discusión en otro momento venidero.
Por un lado, había algún día que me sorprendía a mi mismo soñando despierto en la vuelta a casa y en nuevos proyectos que tengo en mente, por otro me sentía muy atraído con la idea de quedarme en este país. Delante tengo miles de aventuras que no se pueden imaginar hasta que no las vives, páginas en blanco de mi vida, gentes extraordinarias por conocer, etc.
Con estos tres Goliats me he tenido que enfrentar a la vez.
Al menos si tuviera fecha de regreso, tiempo limitado, recorrido establecido, alguna zanahoria delante de mi hocico que me ayudara a cumplir algún objetivo, una meta.
Pero no es así.
E aquí lo más difícil de los viajes.
No es cuestión de dinero, ni de peligrosidad, ni idiomático, ni de qué poner en la mochila, ni de nada en concreto. Sino de conocerse a uno mismo, por lo bueno y lo malo, por los momentos de extremo aburrimiento, por el cansancio mental de nadar siempre a contracorriente, de estar siempre rompiendo moldes e ideas preconcebidas, etc.
No sé donde voy, donde estaré mañana, con qué o quién me encontraré, que acontecerá, donde dormiré, no voy a un cierto lugar a visitar esto o aquello, solo vagabundeo. Estos interrogantes normalmente me llevan a estar con familias durante bastante tiempo, y es genial, claro, pero también esto no ayuda al dinamismo.
Al principio también debía luchar contra el aburrimiento y la rutina, y es que la vida aquí es así, no está internet ni televisión para matar horas impunemente, estás tu.
Pero de hecho esto es la pureza del viaje. Es la máxima expresión, lo que da el auténtico significado a la pervertida palabra libertad o a la pobremente usada expresión vivir la vida.
Cuando lo pienso me da vértigo, siento respeto, pero me hace sentir vivo, libre, dueño de mi mismo y de mi vida, girando con el mundo a la misma velocidad, fuera de este teatro de títeres llamado sociedad donde el que más contrario se predica más dentro está.
No es narcisismo ni egoísmo, es todo lo contrario.
Aprendes a amar lo infinitesimal, de donde se deriva todo, sin mascaras ni disfraces estereotipados.
Amor.
Para amar a la vida tienes que amarte a ti mismo.
Si no te amas a ti mismo no amarás a los demás.
Es el ser humano quién debería formar la sociedad, pero en los tiempos que corren este ente ha cobrado vida propia y es el que crea al ser humano.
Porqué esto?
Porqué lo otro?
Qué está bien?
Porqué está mal?
...
La voz del chófer que conduce la especie de vehículo me hace salir del ensimismamiento.
Hacer kilómetros mirando por la ventanilla abierta como va pasando el sublime paisaje y las pequeñas aldeas sacadas de miles de sueños me producen el mismo efecto que el fuego en los Pirineos o las olas del mar de la Costa Brava. Es donde salen los Desvarios Varios.
Al parecer hemos llegado a la frontera.
Me calzo la mochila, doy las gracias al chofér-mecánico-remendón y ando dirección a la cuerda que separa Guinea Bissau de Guinea, bajo la mirada atenta y sorprendida de los presentes.
Pensando en que desde las 5h de la mañana no como ni bebo nada a causa del ramadán y ya es tarde avanzada y muy calurosa, carraspeo la garganta y empiezo a ensayar mentalmente las bromas y comentarios (ahora se termina el portugués y tengo que volver al francés y al fulani) que me ayudaran a evitar el pago de tasas, impuestos y regalos extraoficiales que nos van a pedir sistemáticamente los militares.
Seguido van los que intentaran pillarme con el viejo truco de: Oh! Tubago! En tu pasaporte pone que hoy es el último día de estancia en mi país, así que deberías haber salido de él ayer! - mientras sonríen maliciosamente mirando de imponerse con su malograda autoridad. Que si el mes tiene 30 días hábiles o 31, etc, etc. Gendarmes, los agentes de aduanas y por último los agentes de inmigración.
Adiós Guinea Bissau.
Hola Guinea.
Me siento en un tronco con demás hombres, aquí nos quedaremos charlando y puede que a dormir, dependiendo de si aparece algún vehículo hoy o mañana.
Enseguida hicimos amistad y durante el mes y medio siguiente no nos separaríamos demasiado.
Me presentó a sus otros amigos, que como él, también eran Kamabes, estaban, Uramiá, Uringá, Iramiá y el que actuaba como supervisor, otro Iramiá. Después de conocernos compartiendo unos litros de vinho de cadjú tomaron la deliberación, se acercó el cabecilla del grupo y solemnemente me dijo que me aceptaban en su grupo!!!!!!
Eso si, me hicieron hacer el juramento que algunas cosas de las que vería de ahora en adelante, y si ellos me lo indicaban, no lo podría explicar jamás a nadie, muchas de las cosas aprendidas se deberían quedar en la isla. Si rompo el juramento seguramente moriré misteriosamente.
Los Kamabe son llamados los hombres sin destino, cada día cuando sale el sol se levantan de donde estén, deben dormir en el suelo, no pueden hacer planes, deben dejar sus trabajos, mujeres e hijos, el supervisor es el que decide la dirección a tomar, y se echan a andar, descalzos, con sus brazaletes, palo, macuto, gorro, etc., lo que acontecerá...nadie lo sabe.
Por la mañana nos encontrábamos, más por casualidad que por conveniencia, y andábamos.
Los pequeños al vernos se echan a llorar aterrorizados.
Los Kamabe son considerados hombres santos hasta que no terminen la ceremonia y deben cumplir una serie de normas y preceptos. Al pasar, mucha gente les llama para que nos acerquemos a sus casas, allí les harán bailar y cantar, a cambio se les dará de beber vinho (no pueden beber agua) y comida (debido a que no trabajan ni pueden disponer de dinero solamente pueden comer aceptando lo que les dan las gente en sus casas). Las canciones que cantan cada uno de ellos son divertidas, y las han compuesto ellos mismos en el bosque, donde hablan de su pasado como niños, de sus antepasados, sus penas y alegrías. Como os podéis imaginar antes del medio día habíamos ingerido gran cantidad de vinho y cada minuto que pasaba nos reíamos más y más, de casa en casa, de aldea en aldea.
Cuando caía la noche, ya fuera en medio de la selva, en las playas o donde sea, nos echábamos a dormir y comíamos lo que cazábamos con el mismo cielo de testigo.
Ellos me enseñaron a descifrar los cantos de los animales que viven en la selva, saber que si este pájaro canta de esta manera es porqué en las cercanías hay una serpiente venenosa, o que este olor es de tal insecto cuya picadura no es recomendable, a cazar iguanas y cocinarlas, monos, ratas, camaleones.
Supervivencia.
O incluso diría más, más que sobrevivir, a mi me parecía que eso era realmente vivir.
En estos momentos que he pasado son los momentos en que me he sentido más vivo en mi vida.
Los Kamabe también son llamados a diferentes aldeas e islas diferentes para asistir a diferentes ceremonias en su condición de hombres sagrados.
Y allí también estaba yo.
Se me puso el nombre de Karriá, nombre que significa, el que sirve a los Kamabe, nombre propio que se da en la primera de las tres ceremonias que se debe pasar antes de ser Kamabe.
Andábamos dos días por la selva, sin nada más que nosotros mismos, cruzábamos islas enteras a pie atravesando sus frondosas selvas llenas de vida, y llegábamos a alguna aldea olvidada donde se nos había convocado para asistir a unas ceremonias que duraban varios días. Al llegar nos presentábamos a los ancianos de la aldea y a los hombres de poder, allí se debatía si el branco mpelelé, o sea, yo, podía asistir y quedarme con ellos.
Siempre fui aceptado, eso si, después de largas y tranquilas charlas regadas con vinho o té me hacían repetir el juramento de no explicar parte de las cosas que viera o escuchara.
Ay dios!!!
Y vi, oí y aprendí cosas tan fascinantes como horribles, en todo caso hermosas.
Participé y asistí en ceremonias que nunca antes han sido grabadas, ni contadas y poco estudiadas, ..., un espectáculo, emocionante, terrible.
Que felicidad tan grande!
Que hermosa que es la vida cuando sientes que la estas aprovechando!
Cuanto lloré en las cálidas noches en las islas, con esos cielos despejados, en alguna aldea remota, con la única luz de la hoguera central donde las mujeres danzan en circulo tocando tambores y cantando hermosas tonadillas al unísono. Con la única preocupación de agradar a los antepasados, festejar que estamos vivos, y dar gracias a los que nos trajeron a la vida.
Caíamos dormidos en alguna parte, pero el festejo seguía, cuando nos levantábamos, seguían algunas mujeres cantando y tocando, vestidas con minifaldas hechas de fibra del cocotero y con el torso desnudo, tocadas con bonitas trenzas, brazaletes, collares, sonajeros, etc.
Así pasó poco más de un mes, tranquilos, sentados en algún lugar imprevisto, hablando de la vida, de magia, de espíritus buenos y malos, aprendiendo infinidad de cosas y trucos para tener una vida más llevadera, sintiendo que no sabía nada de lo que es la vida. Que aunque muchos se rían de la magia o de aspectos religiosos o espirituales no nos percatamos que nosotros vivimos en un gran truco de birlibirloque, eso si, tecnológicamente más avanzado.
Los días pasaban deprisa y el visado de tres meses estaba llegando a su fin, así que cada día debatía conmigo mismo el próximo paso a dar, volver a abrir el mapa y decidir la dirección a tomar para salir del país.
Una parte de mi no quería seguir, quería quedarse un tiempo más allí, pero la experiencia me decía que debía continuar.
Me decía, que como en otros muchos lugares después del disfrute y la alegría que parece no tener fin, llegarán los momentos bajos, de pensamientos confusos, fantasmas que te ponen grilletes mientras sueñas y que compartiendo el día a día con todos tarde o temprano empezarían los malentendidos y situaciones un tanto desagradables creadas por la confianza.
Y cada día me bajo al puerto a preguntar por doquier si alguien sabe cuando saldrá el próximo cayuco a tierra firme. Acción que puede parecer fácil, pero que en el continente donde el tiempo no se mide con horas, minutos ni segundos no es tarea insignificante.
Después de perder la primera embarcación que zarpaba y quedarme otros cuatro días más esperando a la siguiente por fin puse los pies en tierra continental otra vez, de nuevo en Bissau.
Volver a la que consideraba mi casa pasado un mes de estar en las islas fue como despertar de un lindo sueño pero de la manera que uno se despierta después de una pesadilla.
Las islas de los Bujugús son un mundo aparte dentro de este país.
Volví a la casa con mis anfitriones que me estaban esperando y estuve la siguiente semana haciendo el visado para el próximo país, de fiesta de despedida, un entierro Balanta, una boda Pepeshe y un aniversario y tomé dirección Este cruzando el pequeño país y entrando en las regiones orientales donde predominan los Peuls, musulmanes, y donde empieza el mes de Kharem (Ramadán).
Últimos días dentro de este país con una gente que enamora, 100% recomendable, donde el soñador con paciencia y respeto encontrará todo lo que se desea encontrar cuando se pronuncia la palabra Africa.
Salgo de Guinea Bissau cuando se cumplen nueve meses de esta aventura africana. Especialmente durante estos tres últimos meses aquí he tenido que superar las pruebas más duras, y no me refiero a situaciones peligrosas o arriesgadas, sino que trata de subir un escalón, otro más, que me ha parecido más alto de lo normal y en donde he divisado desde lejos la delgada línea que nos separa de la locura.
Hubieron días de luchas encarnizadas conmigo mismo, entre mi yo pasado, el presente y el futuro. Por suerte ganó mi yo presente pero mucho me temo que reemprenderemos la discusión en otro momento venidero.
Por un lado, había algún día que me sorprendía a mi mismo soñando despierto en la vuelta a casa y en nuevos proyectos que tengo en mente, por otro me sentía muy atraído con la idea de quedarme en este país. Delante tengo miles de aventuras que no se pueden imaginar hasta que no las vives, páginas en blanco de mi vida, gentes extraordinarias por conocer, etc.
Con estos tres Goliats me he tenido que enfrentar a la vez.
Al menos si tuviera fecha de regreso, tiempo limitado, recorrido establecido, alguna zanahoria delante de mi hocico que me ayudara a cumplir algún objetivo, una meta.
Pero no es así.
E aquí lo más difícil de los viajes.
No es cuestión de dinero, ni de peligrosidad, ni idiomático, ni de qué poner en la mochila, ni de nada en concreto. Sino de conocerse a uno mismo, por lo bueno y lo malo, por los momentos de extremo aburrimiento, por el cansancio mental de nadar siempre a contracorriente, de estar siempre rompiendo moldes e ideas preconcebidas, etc.
No sé donde voy, donde estaré mañana, con qué o quién me encontraré, que acontecerá, donde dormiré, no voy a un cierto lugar a visitar esto o aquello, solo vagabundeo. Estos interrogantes normalmente me llevan a estar con familias durante bastante tiempo, y es genial, claro, pero también esto no ayuda al dinamismo.
Al principio también debía luchar contra el aburrimiento y la rutina, y es que la vida aquí es así, no está internet ni televisión para matar horas impunemente, estás tu.
Pero de hecho esto es la pureza del viaje. Es la máxima expresión, lo que da el auténtico significado a la pervertida palabra libertad o a la pobremente usada expresión vivir la vida.
Cuando lo pienso me da vértigo, siento respeto, pero me hace sentir vivo, libre, dueño de mi mismo y de mi vida, girando con el mundo a la misma velocidad, fuera de este teatro de títeres llamado sociedad donde el que más contrario se predica más dentro está.
No es narcisismo ni egoísmo, es todo lo contrario.
Aprendes a amar lo infinitesimal, de donde se deriva todo, sin mascaras ni disfraces estereotipados.
Amor.
Para amar a la vida tienes que amarte a ti mismo.
Si no te amas a ti mismo no amarás a los demás.
Es el ser humano quién debería formar la sociedad, pero en los tiempos que corren este ente ha cobrado vida propia y es el que crea al ser humano.
Porqué esto?
Porqué lo otro?
Qué está bien?
Porqué está mal?
...
La voz del chófer que conduce la especie de vehículo me hace salir del ensimismamiento.
Hacer kilómetros mirando por la ventanilla abierta como va pasando el sublime paisaje y las pequeñas aldeas sacadas de miles de sueños me producen el mismo efecto que el fuego en los Pirineos o las olas del mar de la Costa Brava. Es donde salen los Desvarios Varios.
Al parecer hemos llegado a la frontera.
Me calzo la mochila, doy las gracias al chofér-mecánico-remendón y ando dirección a la cuerda que separa Guinea Bissau de Guinea, bajo la mirada atenta y sorprendida de los presentes.
Pensando en que desde las 5h de la mañana no como ni bebo nada a causa del ramadán y ya es tarde avanzada y muy calurosa, carraspeo la garganta y empiezo a ensayar mentalmente las bromas y comentarios (ahora se termina el portugués y tengo que volver al francés y al fulani) que me ayudaran a evitar el pago de tasas, impuestos y regalos extraoficiales que nos van a pedir sistemáticamente los militares.
Seguido van los que intentaran pillarme con el viejo truco de: Oh! Tubago! En tu pasaporte pone que hoy es el último día de estancia en mi país, así que deberías haber salido de él ayer! - mientras sonríen maliciosamente mirando de imponerse con su malograda autoridad. Que si el mes tiene 30 días hábiles o 31, etc, etc. Gendarmes, los agentes de aduanas y por último los agentes de inmigración.
Adiós Guinea Bissau.
Hola Guinea.
Me siento en un tronco con demás hombres, aquí nos quedaremos charlando y puede que a dormir, dependiendo de si aparece algún vehículo hoy o mañana.