Adiós Marruecos
17/11/2012
Así que a bordo de la Nissan salgo de Marruecos, rumbo sur. Marruecos es un magnífico país, lleno de contrastes.
Dentro de un mismo país hay varios de distintos.
Distinto paisaje, distintas y ricas culturas. Se pasa de una ciudad grande, más o menos "occidentalizada" a un pueblo de montaña, o del desierto, que apenas necesitan los dirhams para vivir, con una economía de subsistencia que nosotros asimilamos como pobreza. Gentes pesadas en los lugares más turísticos que no te dan ni los buenos días sin ofrecer nada a cambio y gentes acogedoras y rudas que te dan todo a cambio de nada.
La sociedad marroquí en general mira hacia Europa, dinero, capitalismo, el sueño americano. Pero mantiene en su mayor parte su cultura y sus raíces, su música, su religión, sus ceremonias, sus tribus y clanes, sus vestimentas y su historia a bordo de un continente maltratado e infravalorado.
En la ciudad las parejas van cogidas de la mano y los más jóvenes han olvidado el velo y las buenas maneras islámicas; en los pueblos y zonas rurales, todo son tabúes y se aferran a miles de años de tradición, aunque colonizada, mantiene aún un aire ancestral.
De la economía del bienestar, al día a día de buscar agua y algo para comer.
Las mujeres en sus tiendas pasan el día entero, más para vender, para conversar con las tiendas vecinas y charlar sobre los últimos cotilleos vecinales. Los hombres van de arriba a bajo del país, con trejes y manejes de mercancías y pequeños "bussines" de intercambio. Otros pasan las horas de más calor en alguna sombra, tapados con sus jilawas, hablando de política, fútbol y religión.
Las jóvenes buscan a su "havivi" para toda la vida. Desean encontrar a un hombre listo y capaz de mantener económicamente a la futura familia, ellas a cambio, les entregaran su vida y sus labores caseras, su vientre procreador y un amor, extinto en nuestra casa, que asegura una fidelidad a rajatabla.
No quiero juzgar a nadie, aunque a veces no es fácil, siempre tendimos a comparar lo nuestro (que es lo "mejor"), con lo de los demás. Pero cuando se trata de culturas distintas juzgar es en valde, solo sirve para dar dolor de cabeza.
Es mejor tratar de entender y respetar.
A menudo los turistas occidentales intentan explicar como son las cosas en su casa, como son las relaciones sentimentales, que son las playas nudistas, porqué en Europa no existe la moral y porqué nuestro dios se llama dinero y nuestras iglesias centros comerciales. Y esto está bien, los que hospedan también les gusta conocer otras cosas distintas a las suyas, pero no por esto se tiene que dar por sentado que lo van a comprender. Seguramente, la mayoría, no dirán "wuaw! yo quiero esto que me estas contando!" si no que moverán la cabeza negativamente y se reirán con sus compañeros como diciendo: "Pobrecitos, que pena". O sea, igual que nosotros hacemos con lo suyo.
Quién tiene razón?
Qué es lo normal?
Pues la razón no existe y lo normal es subjetivo.
Mejor es reírse con ellos y ponerse en su lugar, y realmente sin darte cuenta, también tu moverás la cabeza negativamente diciéndote a ti mismo:
"Pobrecito, que pena".